Novela negra, gris asfalto. Los autores son protagonistas y sospechosos...
una serie de crímenes que tendrán lugar alrededor del instituto
Dije novela negra y en realidad quise decir novela gris asfalto. Una mañana de diciembre, Pablo Bonell se dirige al instituto para examinar a sus alumnos. Les va a llevar al salón de actos para allí proyectar imágenes artísticas que ellos deberán identificar y analizar pero... Cuando descubre las cortinas que cubren la pantalla, la mirada horrorizada de esos mismos alumnos le advierte de un hallazgo macabro: los cuerpos sin vida en disposición macabra de Claudia y Tommy, dos compañeros. Esto es solo el inicio de una serie de crímenes que tendrán lugar alrededor del instituto.
Son Empar Fernández y Pablo Bonell, en capítulos alternos y de viva voz, quienes narran y conducen la novela. Al ser personas ajenas al mundo de la criminología —son escritores y poseen imaginación, que no es poco, pero están muy lejos de los avances de la policía científica—, solo disponen de su intuición y sentido común para manejarse en estas situaciones tan complicadas y extremas. Y lo que es mejor, permiten que el lector fluya con ellos en la trama, pudiendo aventurar alguna hipótesis.
E insisto en lo de gris asfalto: Líbranos del mal es, en cierta manera, una novela de paisaje y paisanaje, donde la abultada experiencia profesional de los autores en las aulas destaca sobremanera. Marca así una rica y variada galería de personajes que componen un fresco de la situación en los institutos, los conflictos de integración y un sinfín de situaciones humanas en las que los docentes, antes que impartir y transmitir conocimientos, acaban siendo mediadores familiares o asistentes sociales.
Al costumbrismo de la novela, planteado con agilidad y en breves pinceladas, se le une una tensión creciente: Pablo Bonell, además de autor y personaje, pasa a ser principal sospechoso para la policía... Otro círculo que se cierra.
Empar Fernández y Pablo Bonell, los autores o los personajes, lo mismo da, empiezan a acariciar la idea de escribir la novela sobre aquella trama que están presenciando en el instituto exactamente en el primer tercio del libro. Admito que la premisa de "la mano que se dibuja a sí misma" me llamó la atención, y desde hace mucho leo novelas de escritores, de Fredric Brown, de Paul Auster... Por poner un pero a Líbranos del mal, señalaré que nos muestra el trabajo final, la novela a cuatro manos, pero no nos deja presenciar el acto creativo, algo tan misterioso y llamativo como el propio asesinato.
Almuzara, 2020
Compra en Estudio en Escarlata
David G. Panadero